miércoles, 8 de septiembre de 2010

Mario Lourtau




DATOS BIOGRÁFICOS

Mario Lourtau López (Cáceres, 1976). Licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Extremadura. En su faceta literaria cuenta con varios certámenes literarios como son el premio Ruta de la Plata, el premio Pórticvs, el premio de Creación Literaria de la Consejería de Juventud etc. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas: Alcántara, Cuadernos de Poesía, Piedra del Molino, Bab Rabat, La Bala de Seda, La Letra Nazarí, El Genio Maligno, etc… También cuenta con poemas y relatos en antologías como “Al Abrigo del Aire”, “Antología de la poesía y el relato”, “V Cuaderno de profesores poetas”, “16 poemas”. Parte de su obra ha sido traducida al inglés y al árabe. Los versos que conforman su primer libro de poemas “Donde Gravita el Hombre” (Ed. Alhulia. Salobreña 2008, Granada) fueron finalistas del XXIII Premio Gerardo Diego para noveles. “Catálogo de Deudores”, su segundo poemario, ha sido publicado por la Editora Regional de Extremadura en 2009. En cuanto a sus aficiones, destacan la lectura, los viajes y el deporte, especialmente el atletismo, donde, antes de inclinarse por la poesía, logró alzarse campeón de España de Maratón en categoría promesa. Colabora en la sección literaria del blog de su localidad Torrejoncillotodonoticias. A finales de 2009 ha conseguido un accésit del premio Adonáis con el poemario “Quince Días de Fuego”, publicado por ediciones Rialp en 2010.
Después de cinco años por diversos institutos españoles en Marruecos, actualmente ejerce como profesor de inglés en el Colegio Español de Rabat.


ARQUITECTURA DE LA LUZ

Ebrias de luz, las piedras
recogen en su sueño la costumbre
de una ciudad sin tregua y sin descanso.
Su firme cantería, sus bellos muros,
absorben por sus grietas los sonidos,
los pasos que transitan por sus calles,
las voces que dibujan bajo el cielo de cobre
un hermoso escenario cercano al paraíso.

Esta ciudad ejerce en su nostalgia
una suerte de imán, de arquitectura eterna
que nunca se derrumba ni envejece
al cabo de los años.
Contienen sus silencios el regusto
que deja un vino añejo en nuestras bocas,
el brindis de la vida con sus celebraciones.

Como un parto de luces que salpica
de júbilo y de paz cada cornisa,
Cáceres abriga en su eclosión de brillos
a propios y foráneos, acoge al visitante
con pan y certidumbre, con vino y agua dulce.

Y aquí sigue esperando por los siglos,
en el temblor primero de una llama perenne,
como un fósil de piedra que respira
y embriaga con su luz, con sus recuerdos.

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